Los indicadores electorales que necesita Venezuela



¿La Elección Presidencial se celebró, en general, con respeto a las leyes nacionales y a los estándares internacionales en lo referido a la administración electoral y al sistema automatizado de votación? Esta es la principal interrogante que deberán responder los acompañantes internacionales y los observadores nacionales después de la elección presidencial del 7 de octubre.
¿Qué elementos necesitan para responder la anterior interrogante? Las sugerencias realizadas en el pasado por los integrantes de las misiones técnicas de observación internacional de la Unión Europea, Organización de Estados Americanos y Centro Carter y de organizaciones de observación nacional como Ojo Electoral –ninguna de estas organizaciones participará en venidero el proceso electoral- son un excelente punto de partida para precisar si los problemas se han reducido, persisten o se han incrementado los elementos que condicionan al proceso electoral venezolano.
Por ejemplo, en el pasado se reconoció que el rol de la observación nacional es clave para la transparencia y credibilidad de las elecciones. Es importante que estos mecanismos sean alentados desde la autoridad electoral y no se le impongan a los observadores nacionales limitaciones en el número de personas que pueden acreditar y las actividades de observación que se pueden desarrollar.
Constatar si las inconsistencias y vacíos que la observación internacional identificó en el pasado en las leyes que regulan los procesos electorales en el país fueron corregidos con la aprobación de la Ley Orgánica de Procesos Electorales y el Reglamento General Electoral, es otro elemento que debe recibir atención.
Al hablar de la campaña electoral es importante recordar que el equilibrio –como fue recomendado en el pasado- para que el CNE otorgue una mayor prioridad a los mecanismos sancionadores de delitos y faltas electorales previstos en la Ley y reflejados en las normas, de manera que en la medida de lo posible, se penalice y disuada de su comisión, antes del fin de la campaña electoral, a quienes incurren en ellos.
La garantía de que en Venezuela se realice una campaña equilibrada está en que se investigue y sancione, de acuerdo a las leyes del país y a las prácticas electorales internacionales, la participación de funcionarios públicos en actos de campaña electoral, ya sea voluntaria o inducida. El ejercicio de los poderes sancionatorios con los que está facultado por ley el CNE actuaría en beneficio de la credibilidad y legitimidad del Poder Electoral y en consecuencia de los resultados del 7 de octubre.
La actuación de los denominados coordinadores electorales y del Plan República en los procesos electorales, que sigue siendo vista con recelo por algunos partidos y ciudadanos, también debería recibir atención de los acompañantes internacionales como de los observadores nacionales.
Es vital que se compruebe la hora de cierre de los centros de votación. A diferencia de lo que ocurre en otros países que sólo se permita votar a los electores que ya están en cola al momento del cierre y no a quienes se les unan posteriormente, en Venezuela las mesas de votación permanecen abiertas varias horas después de las 6:00 p.m. hora de cierre estipulada frecuentemente por el órgano electoral, debido a la cantidad de personas que se incorporan después de la hora indicada. Una observación directa de este comportamiento podría determinar la incidencia de las denuncias de extensión interesada de la hora de votación que se vienen repitiendo en los últimos procesos electorales.
Con relación al sistema automatizado, en los recientes procesos electorales se ha recomendado que exista una mejor capacitación del personal de mesas de votación, operadores y técnicos de la máquina de votación, junto con la definición más precisa de los procedimientos asociados a los centros de votación y mesas electorales para evitar incertidumbre o contradicciones en el desarrollo de sus funciones.
También se ha recomendado que la suspensión de la publicidad institucional, ya sea de nivel nacional, estadal o local, y una más clara limitación de las actividades públicas de todos los funcionarios y cargos electos durante el período de la campaña electoral, acabarían con los riesgos de ventajismo y con el uso de los recursos públicos en beneficio de ciertas candidaturas, norma de la actual campaña. Por lo que sería necesario analizar las distintas mediciones que existen –no solo la que realiza el CNE- para tener certeza si la publicidad institucional ha condicionado el equilibrio en la fase de campaña.
Sobre este tema, es necesario precisar si el CNE y el Ministerio Público hicieron uso oportuno de los mecanismos sancionatorios de los que disponen para combatir las infracciones, que también pueden ser denunciadas por cualquier ciudadano o los representantes legales de los partidos políticos.
De manera que el excesivo sesgo partidista con el que la mayoría de los medios privados y los que integran el Sistema Nacional de Medios Públicos cubren la campaña electoral también debería ser objeto de análisis de los acompañantes internacionales.
Por último es recomendable constatar si la implementación del nuevo Sistema de Autenticación Integrado (SAI) estuvo acompañado de una extensa campaña de divulgación que logró eliminar los prejuicios existentes actualmente sobre estos equipos y su capacidad de  garantizar el secreto del voto.